octubre 20, 2008

Un cerro con más altura que el debate

Por Alfredo Boccia Paz

Muy bien, Evanhy. Que no se diga que soy negativista. Han sido fenomenales los resultados de su convocatoria a defender el territorio asunceno. Logró juntar a concejales de todos los colores, a 712 comisiones vecinales que reunieron 300.000 firmas, a los sindicatos, a 800 taxistas, a parlamentarios, al defensor y vicedefensor vecinal -no sabía que seguían existiendo-, a artistas y a una cadena humana simbólica de ocho kilómetros integrada por 50.000 personas. ¿Exageración? Puede ser, pero la prensa sí pudo contar a las 29 barrenderas municipales encadenadas en un dramático reality show. Impecable, Evanhy. Dicho esto, permítaseme buscarle la quinta pata al gallo. ¿A propósito, qué se habrá hecho de Miriam Alfonso?

Ocurre que los episodios de este litigio por el cerro Lambaré muestran el alto grado de la taradez política nacional. Resultan un espejo de lo lejos que estamos de la racionalidad y el respeto a las instituciones. Veamos: los lambareños querían un pedazo del territorio capitalino basados en argumentos históricos y jurídicos gelatinosos. Además, habían obviado el pequeño detalle de consultar a los 25.000 vecinos afectados. Sin embargo, los senadores -luego de sucesivas y extrañas

Evanhy logró que el presidente Lugo vetara la ley. La microhistoria dejó registrado que la primera -en un antiguo número de Reportaje al país- había aseverado que Lambaré no pertenecía a Asunción y un discurso de campaña del segundo en el que habría prometido "recuperar el cerro". Pero había motivaciones que los lambareños preferían omitir. El cerro era lo menos importante. Pretendían 483 hectáreas extendidas a lo largo de diez barrios asuncenos repletos de comercios, reservados de lujo y hoteles que tributan a la Capital más de dos millones de dólares anuales. Buena presa económica con un preciado bonus track político: una banca más para los diputados de Central.

Las consecuencias de dicha apropiación serían caóticas. Unas 3.600 viviendas quedarían sin recolección de basura, los valores fiscales de los terrenos se desplomarían, todos los involucrados deberían iniciar engorrosos trámites para registrar cambios en sus títulos de propiedad, en sus cuentas ante los entes públicos, en su inscripción al RUC y en el nuevo nombre de las calles de su domicilio. En nuestra lógica kachiãi, estos son problemas que solo preocupan a los gringos del Primer Mundo.

La respuesta asuncena también fue ilegal. Los accesos a la capital fueron cerrados por tractores y camiones recolectores de la propia Municipalidad. ¿Con qué autoridad moral nos pedirán mañana que respetemos las leyes? Sus funcionarios fueron obligados a sumarse a las protestas con un argumento de hierro: si ocurría el despojo no habría dinero para pagarles los sueldos. Fueron y vencieron. Ahora responden a la altura: quieren un aumento salarial del 20%. Al fin y al cabo, habían hecho más de lo que se les había exigido: mientras Eva-nhy pedía tolerancia con los parlamentarios, sus obreros corrían al senador Jaeggli con intenciones de lincharlo.

Lo de Lambaré tampoco fue razonable. El intendente declaró asueto educativo para sumar alumnos a sus manifestaciones. Ni se enteró de que esa no es una potestad suya. Camiones municipales llevaron cubiertas y basuras que fueron incendiadas frente a la casa de Lugo. Los bomberos fueron ahuyentados por dos concejalas. Una de ellas se desmayó. La otra debió ser contenida por media docena de policías. Otro dramático reality show, pero de menor rating.

Supongo que el cerro Lambaré habrá mirado todo este escándalo con indiferencia. Sabe bien que, gane quien gane, es poco probable que cambie su suerte: seguirá sucio, oscuro y desolado.

Fuente: Ultima Hora

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